El dedo, ese dedo, no es mi dedo...
Quisiera en esta página brindar debido homenaje al dedo. No solo a ese dedo, delicado y lindo que pertenece a mi amantísima esposa mantecosa (María), sino a todos los dedos del mundo.
Esos dedos que, día a día, sin prisa pero sin pausa, son capaces de hacer evolucionar a la humanidad, con sus, en muchos casos, anónimos y desinteresados esfuerzos.
¡Cuánto poder, que habilidad, que lujo contar con veinte dedos. Aprovechémoslos. Es toda una responsabilidad!